A partir de los 12 años el niño empieza a comprender las leyes de causa y efecto. Es la fase que Piaget (Piaget, 2007) llama de “operaciones formales”, es decir, cuando el niño utiliza la lógica para llegar a conclusiones abstractas que no están ligadas a casos concretos que se han experimentado de primera mano.
Si se han cumplido los objetivos de las etapas anteriores, el joven debería pasar por esta nueva etapa de una manera natural y sana. En todo caso, hay que seguir insistiendo en el arte. El joven debe convertirse en un esteta, que mire la belleza exterior para olvidarse un poco de la suya. Así se sentirá más libre y menos dependiente de su apariencia física.
En secundaria, los jóvenes son acompañados durante cuatro años por un tutor que, más que impartir las asignaturas, como sucede con el tutor de primaria, imparte alguna asignatura, pero, sobre todo, se convierte más en un acompañante emocional del alumno.
Los maestros en esta etapa ya no son los tutores de primaria que pasaban casi todo el tiempo con sus alumnos. Ahora son acompañantes emocionales y la acción tutorial individual es esencial. Estos maestros deben ser sinceros y honestos, y, al mismo tiempo, delicados y diplomáticos. Deben tener mucho tacto y mucho humor, pues van a tener que lidiar con adolescentes decepcionados porque el mundo no cumple sus expectativas, son críticos, ácidos, rebeldes…
Deben mostrarles el pasado y el futuro, creando paralelismos y mucho debate. Contarles cómo grandes dirigentes enfrentaron los problemas, las crisis y llegaron a soluciones que pueden servir de guía para solucionar problemas futuros. Deben cultivar el respeto y gratitud hacía las generaciones anteriores, hacerles conscientes de que somos un resultado de lo anterior y que, por tanto, merece la pena conocer el pasado.
Los maestros, además, deben ser muy cuidadosos en no manipular las opiniones de los jóvenes. Deben ser lo más objetivos posible, fomentando el diálogo y la conversación. No hay nada que cree más rechazo en un joven que maestros cínicos, falsos o manipuladores.
¿Qué significa la figura del maestro científico en pedagogía Waldorf?
En secundaria decimos que el maestro adquiere el rol de científico. Esto significa que habiendo despertado ya la capacidad para entender las leyes de causa y efecto, es el momento de una educación mucho más intelectual sin olvidar nunca el acompañamiento artístico. Los adolescentes necesitan ideales. Sus nuevas capacidades intelectuales apelan al pensamiento crítico.
La posibilidad de juzgar, discriminar, analizar y diferenciar permite al intelecto sopesar las evidencias provenientes de las leyes de causa y efecto. Por lo tanto, el maestro ha de tener una mente inquisidora y rigurosa, aunque sin olvidar la enseñanza artística de la etapa anterior. Debemos conseguir que las dos enseñanzas, la intelectual y la artística sumen.
Un ejemplo lo encontramos en la historia del arte. Cuando el maestro enseña historia del arte está acercando al alumno al arte desde ese maestro científico, pues la está analizando, “pensando”, comparando. Eso nada tiene que ver con HACER arte. Por eso, es importante que los alumnos también hagan arte, al tiempo que analizan las manifestaciones artísticas a lo largo de la historia. En realidad, se entienden mucho mejor los mosaicos bizantinos si tú mismo has hecho uno.
Este punto distingue la pedagogía Waldorf del resto de modelos pedagógicos y debería trasladarse al nivel universitario. ¿No sería mucho mejor arquitecto uno que ha aprendido a hacer cemento y a levantar un muro con sus propias manos?

En secundaria Waldorf, los estudiantes conocen y practican los oficios tradicionales y cotidianos
Yendo todavía más lejos: secundaria es una etapa en la que los jóvenes deben conocer y practicar diferentes actividades prácticas. Cuanto más contacto tengan con los oficios tradicionales y del día a día (fontanería, electricidad, arreglar un coche…) mejor preparados van a estar para el trabajo intelectual.
Además, eso fomenta la admiración y el respeto hacía todas aquellas personas que hacen un trabajo manual o nos dan de comer, como son los agricultores, y que normalmente están denostados en nuestra sociedad. Cuanta más admiración y respeto tengan los jóvenes por las generaciones anteriores y por todas las capas sociales, mejor.
Ignorar cómo funciona un teléfono, la televisión o los ordenadores, cómo se hace la pasta de dientes, el jabón o cualquier objeto que usamos a diario no es sano. Nos crea inseguridad. Por eso, desde pequeños, los niños deben entender los procesos de cómo se realizan las cosas.
Evidentemente, en secundaria también aprenderán las materias académicas tradicionales, matemáticas, gramática, literatura, historia, geografía, las ciencias naturales, física, química… En las escuelas de secundaria y bachillerato Waldorf todos los alumnos tienen que cursar asignaturas científicas y humanísticas y desde luego, prácticas.