«Solo se puede llegar a ser buenos maestros por lo que somos, no por lo que hacemos.»
(Rudolf Steiner, Estudio del hombre, conf. 1, pág. 23).
La figura del maestro es central en la pedagogía Waldorf. En este post queremos que conozcas con más detalle cómo nos preparamos para poder acompañar a nuestros alumnos en su formación y desarrollo.
La formación del maestro Waldorf es continua. Un maestro Waldorf debe estar dispuesto a seguir formándose toda la vida. Esta formación tiene dos direcciones que, en realidad, no se diferencian de los dos sentidos de crecimiento de cualquier ser humano: una dirección interna y una dirección externa.
La dirección interna supone mirar hacia dentro para profundizar en el autoconocimiento. Para ello, Steiner propuso seis ejercicios básicos que nos deben acompañar en todo momento; los llamó ejercicios higiénicos.
Ejercicios de los maestros Waldorf para el autoconocimiento
Los ejercicios higiénicos, dirigidos al conocimiento de uno mismo, en realidad sirven para cualquier persona, independientemente de que seas maestro Waldorf o ejerzas otra profesión. Son seis: dominio del pensamiento, dominio de la acción, dominio del sentimiento (ecuanimidad), positividad (tolerancia), apertura (receptividad) y armonía (perseverancia).
1. Dominio del pensamiento.
El propósito de este ejercicio es dominar el pensamiento para que, durante un periodo de unos cinco minutos aproximadamente, admitamos solo pensamientos relacionados con un objeto o un concepto lo más simple posible y evitar brincar de una idea a otra.
Podemos elegir un alfiler, por ejemplo, y durante esos cinco minutos tener pensamientos solo referidos a ese objeto.
Se trata de evitar la dispersión y, poco a poco, obtener un dominio sobre nuestro pensar.
2. Dominio de la acción.
Tras haber practicado unas cuantas semanas el ejercicio anterior añadimos un segundo ejercicio que consiste en llevar a cabo una acción que no sea necesaria, por ejemplo, cambiarse el reloj de mano cada día a la misma hora y repetirlo a diario.
Al principio es fácil, sin embargo, al cabo de unos días requiere de mucha perseverancia y gran esfuerzo.
Al cabo de un tiempo lo habremos convertido en un hábito y así mismo habremos aprendido a conocer con más intimidad la fuerza interna de la voluntad, la cual es necesaria para tener iniciativa.
3. Dominio de los sentimientos (ecuanimidad).
Seguiremos practicando los dos primeros y añadimos este tercero que consiste en ser conscientes de nuestras emociones e introducir ecuanimidad.
Cuando nos embargue una emoción muy intensa, tanto de agrado como de desagrado, debemos intentar no dejarnos embargar por ella. No se trata de no sentir, sino de introducir una pequeña distancia entre dicha emoción y nosotros de manera que no perdamos el control.
El objetivo es sentir que somos dueños de nosotros mismos. Este ejercicio no se puede ejercitar a ninguna hora determinada sino cuando la emoción venga.

4. Positividad (tolerancia).
Este cuarto ejercicio se añade a los anteriores y consiste en abstenerse de pensamientos críticos innecesarios o despectivos. No se trata de una positividad absurda ante hechos tristes sino de intentar buscar lo positivo en cada situación, aun reconociendo la dureza o dificultad.
5. Apertura (receptividad).
Consiste en intentar enfrentarse a toda opinión o circunstancia con mente abierta, evitando los prejuicios.
Es muy difícil porque todos somos seres condicionados por nuestra cultura y educación; aun así, poco a poco, puedes entrenarte para ser capaz de acoger por unos minutos toda idea, por muy absurda que te parezca, y darle una oportunidad.
6. Armonía (perseverancia).
Se trata de integrar los cinco ejercicios de una forma armónica de manera que al ejercitarlos no nos produzca tensión o demasiada presión, sino llevarlos con alegría y paz.
Premisas que deben formar parte de un educador Waldorf
Decíamos antes que estos ejercicios de autoconocimiento nos sirven a todos. Para los maestros Waldorf, Steiner añadió cuatro premisas que expuso en sus palabras finales del discurso de inauguración de la primera escuela en Stuttgart, el 6 de septiembre de 1919:
“Esto es lo primero: que el maestro sea una persona de iniciativa, en lo general y en los detalles (…)
Esto es lo segundo: el maestro debe ser un ser humano que tenga interés en toda existencia mundana y humana.
Lo tercero es: el maestro debe ser un ser humano que en su interior nunca entre en un compromiso con lo no veraz (…)
Y, por último, el maestro no debe secarse, no debe agriarse. Debemos de mantener un estado de ánimo fresco y no marchito.”
Por tanto, tener iniciativa, interesarse por todo, ser verdadero y no agriarse son las condiciones que deben estar presentes en un maestro Waldorf para poder ponerse con responsabilidad frente a los niños.
Si se ha perdido algunas de estas características, el mismo maestro debe tener el valor de dejar la enseñanza. Todo el trabajo interior es responsabilidad de cada uno y la escuela espera esta honestidad por parte de sus maestros.

Desarrollar el pensar, el sentir y la voluntad es el trabajo hacia el exterior de un educador Waldorf
Al principio hemos señalado las dos direcciones de la formación de maestros Waldorf: hacia dentro y hacia fuera. Hablemos ahora del trabajo exterior, más fácil de realizar.
Todos los maestros de la Escuela Waldorf Aravaca (o de cualquier escuela Waldorf) deben comprometerse con realizar cuanta formación sea necesaria para desarrollar su trabajo; esta formación implica los tres ámbitos que deseamos educar en el niño: el pensar, el sentir y la voluntad.
1. Desarrollo del pensar.
“Nunca se recalcará lo suficiente, cuán necesario es que quien quiera desarrollar sus facultades cognoscitivas superiores realice un trabajo serio en el campo del pensamiento. Y suele decirse: el pensar no me puede ayudar, lo importante es la sensación, el sentimiento o algo parecido. A ello hay que objetar que nadie puede convertirse en vidente en el sentido superior si antes no se ha abierto camino en la vida del pensamiento.”
R. Steiner, 1994, pág. 173
Los maestros deben estudiar, aparte de sus materias, cualquier tema que les suponga un esfuerzo intelectual. Deben estar siempre leyendo algún libro e interesándose por temas humanísticos, científicos, artísticos…
Además, porque para impartir una clase, el maestro tiene que haber digerido el contenido y haberlo convertido en una experiencia profunda y eso requiere de muchas horas de estudio. (Steiner,1972).
Si no es así y el maestro está mirando sus notas porque no se acuerda de algo, el niño siente una profunda decepción e inconscientemente piensa: “por qué he yo de estudiar esto si ni siquiera el maestro se lo sabe. Para eso me miro yo directamente las notas.”
Uno tiene que estar dispuesto, tiene que encantar estudiar. Es imposible transmitir algo que no haya sido primero digerido por el maestro. Si no te gusta aprender, no te puede gustar enseñar.
2. Desarrollo del sentir.
El desarrollo del sentir del maestro se realiza a través del arte.
Por eso un maestro Waldorf debe recibir formación en pintura, en modelado, en canto, en teatro, en poesía, en danza… Esto será parte del trabajo que realizamos en los claustros de maestros, que en nuestra escuela Waldorf Aravaca son cada jueves.
3. Desarrollo de la voluntad.
Los maestros deberán participar en la limpieza y el mantenimiento de sus aulas como disciplina de su voluntad. También realizar talleres de cualquier trabajo manual como puede ser la carpintería, la cerámica, la encuadernación, el tejido…
Además, estas son habilidades que se deben desarrollar, puesto que hay que enseñárselas a sus alumnos.
Esperamos que este post te haya servido para conocer mejor esta parte específica de nuestra formación. En nuestro canal de Instagram puedes encontrar la manera en la que se materializa en el aula este modelo de enseñanza que tanto nos apasiona.