Raquel Rodríguez
Responsable de comedorNací en Madrid el 31 de enero de 1975, pero a los pocos días me llevaron a Alcalá de Henares; donde viven mis padres. En Alcalá he vivido toda la vida y sigo viviendo. Allí estudié hasta secundaria en un colegio concertado de monjas. Al pasar a secundaria pasé a estudiar en un instituto público.
Al terminar COU, la nota no me daba para hacer enfermería y decidí intentarlo a través de una FP de Técnico Superior de Laboratorio de Análisis Clínicos, pero por aquí era más difícil llegar a la nota necesaria. Así que mi segunda y última opción llegó; empecé a estudiar Magisterio de Educación Infantil, en Los Maristas, una universidad privada de Alcalá adscrita a la Universidad de Alcalá. Era algo que siempre latía dentro de mí.
Durante los tres años de carrera fui delegada de los tres cursos, y, durante el último de ellos, delegada de Magisterio de la Universidad de Alcalá y Guadalajara. En esta tarea tan bonita formamos todos los estatutos de la delegación de alumnos que antes no existía y los alumnos no tenían ninguna representación en la universidad.
En mi primer año de carrera, llegó a mis manos la publicidad de la Fundación Tomillo de un curso de cuentos en el jardín de infancia. Me apunté con unas compañeras y, ese fin de semana, encontré lo que para mí era algo mucho más cercano a la maravillosa tarea de la educación. La formación de maestros de infantil que había entonces se impartía todos los días por la mañana; como un curso escolar. Así que hasta que no terminase la carrera ¡no podía hacerlo!
Se me hizo larga la espera pero llegó el momento, busqué con los datos que tenía y costó mucho localizarlo pero finalmente conseguí incorporarme a dicha formación en enero. Tras esos dos trimestres, al curso siguiente me incorporé a la formación de maestros Waldorf de tres años.
Mientras tanto trabajé en diversos sitios: colegios concertados, escuelas infantiles, campamentos de verano, colegios públicos y también en administración y contabilidad en una empresa grande, como tele operadora en otra, como camarera de la cafetería de El Corte Inglés.
Finalmente en septiembre del 2003 empecé a trabajar en la Escuela Waldorf de Aravaca como ayudante en la clase de maternal. Al año siguiente pasé a ser tutora de ese grupo.
En el 2008, en mayo, nació mi primera hija, Alejandra, por lo que me ausenté del trabajo en el colegio durante casi un año.
Al incorporarme, tras esa excedencia, ingresé en el equipo directivo, trabajo que se complementa con el de maestra y que supone mayor esfuerzo pero me aporta mucho interiormente.
En abril del 2012 nació mi segundo hijo, Héctor. Y en noviembre volví a trabajar.
Ahora estoy agradecida a toda esta trayectoria que me ha traído hasta aquí, a este trabajo que tanto nos aporta y a la ilusión de ofrecer, a través de él, cosas maravillosas a los niños, a las familias y al mundo.
“Creo que los maestros trabajamos de una forma especial, ponemos el alma en todo lo que hacemos; en nuestra tarea eso es fundamental pero también recibimos mucho, muchísimo a cambio. Y es esencial para la vida y para el futuro que esa tarea la hagamos con conciencia, respeto y amor.»
En el equipo de maestros del colegio luchamos a diario para que los niños reciban todo eso y mucho más, para que así puedan luego, transmitirlo en su quehacer futuro.